Texto y fotos: Raúl Rubio
Quienes hemos tocado en grupos de música sabemos que los conciertos son una excusa para ensayar. Es en la sala de máquinas donde realmente se disfruta. Y recuerdo claramente una tarde con Trials&Errors. El resto de la banda venía de Valencia y allí pasó: se encontraron a un hombre por la calle que repetía a plena voz ‘Concha Velasco, una mujer nueva’, ‘Concha Velasco, una mujer nueva’…
La frase dio de sí para unos cuantos ensayos y seguramente mereció una canción.

Desde entonces, Concha Velasco ya no es sólo (al menos para mí) La chica ye-yé o Santa Teresa de Jesús. Es, también, una mujer nueva. Y lo es realmente, literalmente, porque se ha caído (y levantado) una y otra vez. Siempre.
El pasado sábado visitó la Vall d’Uixó para representar Olivia y Eugenio en el Auditorio. El público le despidió puesto en pie. Como merece. Es una obra con texto de Herbert Morote y dirección de José Carlos Plaza, pero ella cuenta, sobre todo, con la inestimable compañía de Hugo Aritmendiz sobre el escenario.

Es un texto duro. Sí, hay momentos para la sonrisa, pero le das más a la neurona que a la mandíbula. Reflexión interesante sobre cómo tratamos a las personas con Síndrome de Dawn. Punzante y efectiva, aunque la pomposa adjetivación del texto le resta credibilidad por momentos.
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